MIS LIBROS (Para adquirir cualquiera de mis libros escribir a huellasjudias@gmail.com)

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jueves, 7 de febrero de 2008

EL ÉXITO LITERARIO (II)



Cuando el autor se pone por encima de la obra, toda creatividad entra en un imparable declive. Cuando la atención se centra en sí mismo, y no en lo que escribe, el autor se pierde. Cuando la preocupación mayor es alcanzar el éxito literario, desaparece el sentido crítico y se nubla la lengua: se farfulla, se bobaliconea, se obnubila el sentido, se escriben tonterías, banalidades (obsérvese la cantidad abrumadora de obras en que los autores sólo hablan de sí mismos). Y lo peor: se cree uno el centro del mundo, genio, figura, deidad. Distinto, único, por encima de la chusma, los demás, especialmente los demás escritores. Caer en la trampa del éxito es condenarse al abrojo, el rastrojo, el despojo, entrar en un proceso irreversible de estupidización y bulimia creativa. Conozco a algunos, desesperados porque su creatividad parece definitivamente agotada, por más que acaben publicando libros y libros a la desesperada.

La impostura. Todos descubrimos de inmediato la impostura, pero no le hacemos caso. Nos dejamos arrastrar por la fama, el prestigio, la imagen, el ambiente. Nos dejamos inducir. A veces dudamos, perplejos. Es el primer paso: no fiarnos de lo que viene de fuera, sino de lo que sucede dentro, en nuestro cuerpo, en las reacciones más inmediatas de nuestro cuerpo. Prestar atención al sentir. Aceptar que otros aprecien y ensalcen lo que a uno no le gusta, “lo que se lleva” (como si existiera algo parecido), que suele coincidir con "lo que se vende" o "de lo que se habla", pero no por ello transigir con el engaño y la engañifa.

Aprecia a los que ponen objeciones a lo que escribes. Presta mucha atención a cómo los demás se sienten y reaccionan ante lo que escribes. Céntrate en las palabras, el ritmo, la sonoridad, las ideas que cada frase alumbra, el destello y la vibración emocional que provoca. No leas nada que no te haga sentir algo nuevo, pensar algo nuevo, o lo mismo pero de manera distinta. Ésta puede ser una buena vía para alcanzar tu éxito, el de ti mismo, que no será otro que el construir una obra que sea algo más que tú, que valga por sí misma, y no por las lentejuelas y oropeles con que la encubras.

5 comentarios:

esteban dijo...

Querido Santiago, estoy de acuerdo en lo que planteas, pero ya sabes que, para algunos, "sentir" es palabra denostada, antigua. ¡Qué superficialidad la del intelecto que no emociona ni se emociona!
Un abrazo de tu amigo Esteban.

Ricardo Bórnez dijo...

¿Y cuando te dicen que has escrito un buen poemario, te alaban pero dicen que como eres "novél" no te publican,eso como se come?http://steppenwolf-vientosdelpueblo.blogspot.com

Anónimo dijo...

Creo que "obnubilar" viene de "nube", de donde se desprende que ha de ser con b. Por lo demás, poeta, amigo, lo que dices a propósito del éxito literario es de sentido común, así que no se puede comentar mucho. Si acaso, remitir a los lectores del blog a las cartas que un tal Rilke le escribió a un joven poeta de su tiempo, donde, según mi criterio, todo este asunto está tratado con muchísimo criterio. Salud!

Linaria Rivas dijo...

santiago, tambien es estupendo esto que ha escrito Rosalia de Castro"VAL MAIS QUE A TUA VIDA CORRA CAL CORRE A AGUA SERENA".Abrazos.

Agustín S. A. dijo...

Querido Santiago:

Llego hasta aquí a través de un bloc amigo, el de Adolfo González. Me ha gustado lo que he leído, sobre el éxito literario, sobre tus faltas de ortografía, ese microcuento, tu oficio como profesor. Creo que la palabra nos une y ese puede ser un lazo común muy fuerte. Me presento ante ti como escritor (mediocre, a mi juicio), editor iluso y filólogo fracasado (llevo mil años y no termino la carrera). Y quiero mencionarte a otros escritores de León, amigos que he podido conocer y disfrutar en persona, como Juan Carlos Mestre y Luis Artigue, geniales ambos, ¿les conoces? Y cómo no, el gran Gamoneda. ¿Será que León tiene algo que nadie conoce? ¿Magia? ¿Poesía?
Volveré a leerte con asiduidad y te mando un abrazo cómplice lleno de palabras.