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martes, 5 de febrero de 2008

YO OPINO / YO OCHOPO


(Foto: Santiago Trancón)



Tuve un profesor (marista) al que le gustaba jugar con las palabras. Cuando alguien decía "yo opino...", el respondía: "pues yo ochopo". Con el tiempo he comprendido la gran diferencia entre opinar y pensar. A mí también me gusta más el chopo que el pino. Uno de los del 98 dijo que el chopo era el árbol emblemático de León. Junto al Esla, el Bernesga, el Torío o el Eria, los chopos crecen rectos hacia el azul mientras sus hojas se dejan acariciar por el viento. Son los "álamos de la ribera" machadianos.



Hoy está tan extendido eso de "yo opino", "es mi opinión"..., que he acabado prohibiendo a mis alumnos usar esa expresión. Les obligo a que la sustituyan por "yo pienso". Porque una cosa son las ideas y otra las opiniones. Todas las ideas son opiniones de alguien, o lo fueron en su origen. Pero no todas las opiniones son ideas. Es como los gatos, que todos son felinos, pero no todos los felinos son gatos.



Quien sólo opina, no piensa, sobre todo hoy, en que eso de opinar se ha convertido en un recurso para no pensar, para no responsabilizarse de lo que uno dice y piensa. "Es sólo mi opinión", y con eso se viene a decir todo lo contrario de lo que parece querer decirse. Lejos de ser un gesto de modestia intelectual o mental, es una forma de refugiarse en las propias creencias, defendidas de este modo con el gran argumento de la "libertad de opinión". Por eso, cuando alguien recurre a ese comodín es que está tratando de decirnos que lo que él piensa, es lo más conveniente, que él, en el fondo, tiene razón, incluso que tiene la razón.



Las opiniones son por eso siempre indiscutibles. Si uno las pone "en tela de juicio", pues ofende al opinante, le coarta su libertad de expresión. Están tan ligadas al yo, tan pegadas a la idea que uno tiene de sí mismo, que resultan sagradas. En realidad no son opiniones, sino creencias, ideas que nacen de esquemas mentales muy arraigados, en los que no se puede introducir la duda.



Las ideas, en cambio, son siempre discutibles. Nacen para ser discutidas, cuestionadas. Por eso, pensar es exponerse, al exponer las ideas al juicio y el análisis de los otros. Las ideas se desprenden así del yo, el sujeto se ve obligado a no identificarse con ellas, sino a pensar en ellas.



Pensar es hacer. Opiniar es sólo hablar. Hablar para no salir de sí mismo. Pensar es crear ideas, un intento de salir de sí para comprender el misterio del mundo.
Seguiré otro día.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Santi!

Muy interesante tu reflexión acerca de las diferencias entre opinar y pensar, particularmente el uso o abuso que se hace del termina "yo opino" como defensa numantina ante cualquier opinión divergente, es un tanto deprimente cuando alguien ante la falta de argumentos para defender su postura prefiere agarrarse al "es mi opinión" antes de dar un paso atrás y reconocer un error.

Porque estamos en una sociedad en la que, con nuestros políticos en cabeza, parece estar fuera de toda discusión la posibiidad de reconocer errores propios.

Sin embargo no estoy del todo de acuerdo con tus palabras, no acabo de ver con que eslabones enlazas pensar con idea y opinión con hablar.

No denostaría el término opinión por el mal uso que se le pueda estar dando.

A mí me encanta tener mis propias ideas, si es que hay ideas propias, pero igualmente encuentro enriquecedor relexionar y opinar acerca de las ideas de los demás.

Aunque me temo que estemos dando significados diferentes a términos como opinar,pensar e ideas.

En cualquier caso felicidades por tu bloc que ha despegado como un cohete, pero cuidado con no caer atrapado en la red.... uno empieza siendo el pescador y cuando quiere darse cuenta se ha convertido en el pececito que lucha por liberarse :)

Un abrazo

Paco

Nome Andrés dijo...

Con permiso. Yo me he quedado por el tercer o cuarto renglón de tu entrada. De Torío no pude pasar. Empecé a pensar en una novia muy guapa que tuve de Matueca de Torío y ya no hubo forma de mantener la concentración. La chica aquella era la mujer más guapa del mundo. No me cabe ninguna duda. Veinte años hace y todavía me sigo acordando de ella.
Un abrazo. Otro día juro estar más atinado.

Pedro López Martínez dijo...

Pues yo, a mis alumnos, en los comentarios les recomiendo que tampoco digan "creo que" y "me parece que", sino que se mojen directamente con argumentos de peso objetivo. Ah, y también soy reacio a las apreciaciones subjetivas del tipo "me ha gustado mucho", que en el fondo no dicen nada si ese gusto no se evidencia con la razonable aplicación de datos objetivos.
(Perdona mi atrevimiento: en esta entrada, creo, se te ha deslizado una "h" mal intercalada; por si aún puedes subsanarlo...).

Santiago Trancón Pérez dijo...

Pedro, corregida la "cohartada" y alguna otra errata. Todavía no domino bien esto. Gracias por tu ojo avizor.