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jueves, 10 de julio de 2008

SENTIMIENTO DE PERTENENCIA

Foto: S. Trancon












Dime con qué y con quién te identificas y te diré quién eres.

El sentimiento de pertenencia es natural: se siente uno ligado a un espacio, un tiempo, un entorno, un grupo. Pasar de ese sentimiento a la identificación es ya otro asunto. Yo, lo confieso, soy alérgico a las identificaciones, sean del tipo que sean. Las que más me repelen son las colectivas, lo que no significa, sino todo lo contrario, que no sea consciente y responsable de todos mis vínculos sociales. Todos le debemos más a la sociedad de lo que le podemos dar.

Estar alerta y prevenido contra los procesos espontáneos de identificación es, ante todo, un ejercicio de libertad y de higiene y salud mental.

Quienes se identifican con un espacio geográfico, una ideología, una religión, una lengua, un grupo, con un partido, unos gustos, una moda, una forma de hablar, de vestir, de divertirse, etc., pierden la libertad individual, entregan su ser a algo que está fuera de sí mismos, fuera de lo que hacen, piensan y sienten desde sí mismos, para sentirse en la obligación de conformar su ser a eso con lo que se identifican.

El ejemplo más patente (y patético) es la identificación nacionalista. ¡Que pesada carga la de tener que defender en todo lo que se dice y hace a una nación! Aquí también hay una gran diferencia entre el sentimiento de pertenencia y el de identificación. Sentir y reconocer que uno pertenece a una nación (un espacio geográfico, una organización social, cultural y política) es algo muy distinto a sentirse nacionalista (identificarse con una nación más o menos imaginaria).

El nacionalista se identifica de tal modo con su nación que pierde todo sentido de libertad en lo más íntimo de su ser. Pasa de ser ciudadano a militante. Pasar de ser individuo a miembro del clan, de la tribu, del grupo. La identificación con el endogrupo siempre supone el rechazo y la desidentificación con el exogrupo de referencia. Y, lo que aún es peor, ¡sentirse superior o más importante que los demás! Y esto es, ya lo he dicho en otra ocasión, es la negación de la democracia.

Todo lo dicho vale tanto para el nacionalismo o identificación catalanista, vasca, gallega, andaluza, valenciana o leonesa, como la españolista.

4 comentarios:

Linaria Rivas dijo...

Que tal, tus comentarios sobre español-castellano son oportunisimos, añadanse a los de Ramoneda, Savater....
Los congresos siempre son sobre la lengua española como ese de Valparaiso programado para el 2010.
Que "coñazo" eso de la identificacion -politizada.Bss.Linaria

Linaria Rivas dijo...

Que tal, tus comentarios sobre español-castellano son oportunisimos, añadanse a los de Ramoneda, Savater....
Los congresos siempre son sobre la lengua española como ese de Valparaiso programado para el 2010.
Que "coñazo" eso de la identificacion -politizada.Bss.Linaria

Filisteum dijo...

Decían que eso del nacionalismo se curaba viajando, pero me temo que va a ser mentira.

Yo creo que más eficaz sería cortar las subvenciones.

Y ya me entiendes.

Santiago Trancón Pérez dijo...

Lo del nacionalismo me temo que no se cura, lo más a lo que podemos aspirar es a que no contamine el pensamiento y el sentimiento de la mayoría(unos por adhesión, otros por estúpida tolerancia), y que siga habiendo quien no necesite esas identificaciones primitivas para vivir su vida libremente.