MIS LIBROS (Para adquirir cualquiera de mis libros escribir a huellasjudias@gmail.com)

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jueves, 3 de septiembre de 2009

LIGEREZA, FLUIDEZ, TRANSPARENCIA

(Foto: Agustín Galisteo)









La inseguridad.
La inestabilidad.
La inconsistencia.
La incertidumbre.


Desde niños percibimos que el mundo es inestable, inseguro, inconsistente.
Pero no podemos vivir en la total incertidumbre.
Necesitamos construir a nuestro alrededor un mundo sólido, consistente, estable.
Nos agarramos a la continuidad, la permanencia del mundo, desde las paredes de nuestra habitación a la sonrisa y la presencia de la madre.

Nuestro cerebro aprende a dar consistencia a lo que percibimos.
Creamos un mundo estable para poder sobrevivir en él.
Pero la sensación de incertidumbre, la discontinuidad, la fugacidad de todo, no desaparece de nuestro interior. Nos agita el desasosiego, la zozobra, el miedo a la pérdida de la solidez del mundo.

Como reacción ante la angustia y ansiedad que este hecho nos produce construimos el yo. El yo es nuestro último refugio. El mundo se puede desmoronar a nuestro alrededor, pero siempre seguiremos creyendo en la continuidad y consistencia y permanencia de nuestro yo.

Pero sabemos que eso es un espejismo. No hay reposo, no hay posibilidad alguna de alcanzar la seguridad que buscamos en el yo.

El yo, por más que nos esforcemos, es lo más inseguro que tenemos, porque está construido sólo con imágenes, es una pura construcción mental cargada de fuertes sentimientos y emociones.

El yo, para asegurar su continuidad, vive en permanente estado de alerta. Se ofende, se asusta, se resguarda, se defiende y ataca ante la más mínima amenaza, real o imaginaria.

Por eso, nada más sano, más inteligente, más liberador que aceptar la “anulación del yo”. Aceptar un yo inconsistente, despreocupado por su continuidad, fluido, ligero, transparente.

Todo lo que le llega de fuera, le atraviesa, le traspasa y no encuentra ninguna resistencia. No es un yo inseguro, porque no busca ninguna seguridad. No es un yo ofendido, porque no hay nada a qué ofender.

El aire.
El agua.
El sonido.
La nube.
El río.
El junco.
El águila…

Las fuerzas del universo nos golpean constantemente.
Cuanto menos resistencia ofrezcamos, menos nos destruirán.

1 comentario:

Liliana Lucki dijo...

Hermoso articulo ,una explicación sencilla

para un tema tan complicado.

Tal vez mi actividad proteja a mi yo.

Saluda desde Argentina Liliana.