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domingo, 20 de mayo de 2012

EL TECHO QUE SE NOS VIENE ENCIMA (La viga de Ohanes como metáfora)


(Foto: Fernando Redondo)

Un amigo me ha hecho llegar la historia de la viga de Ohanes, un pueblecito de las Alpujarras (se encuentra en internet) No creo que exista mejor metáfora (alegoría o parábola) sobre la crisis actual. Es una historia real, aunque parezca inventada. Está basada en documentos probados.

Empieza con la petición del maestro al alcalde para que repare el techo de la escuela:
Tengo el honor de poner en su conocimiento la inquietud que me produce ver la viga que media la clase que regento, pues está partida por medio, por lo cual el tejado ha cedido y ha formado una especie de embudo que recoge las aguas de las lluvias y las deja caer a chorro tieso sobre mi mesa de trabajo, mojándome los papeles y haciéndome coger unos dolores reumáticos que no me dejan mantenerme derecho.


La contestación del alcalde nos da una idea de la España caciquil del momento:
Es cosa rara que los Agentes de mi autoridad, no me hayan dado cuenta de nada referente a la viga, y es más, pongo en duda que se  encuentre en esas condiciones, puesto que según me informa el tío Sarmiento no hará sesenta años que se puso, y no creo una vez dadas estas explicaciones, que no tengo por qué, paso a decirle que eso no son más que excusas y pretextos para no dar golpe. En cuanto a lo de los papeles que se le mojan y el  reuma que se le avecina, puede muy bien guardárselos, a aquellos en el  cajón o en casa, y éste yendo a la escuela con una manta. No obstante lo que antecede, enviaré uno de  estos días, alguno de mis subordinados que mire lo que hay de eso. Y ojo, que su engaño le costaría estar otros seis años sin cobrar los quinientos reales de su sueldo.


Vuelve el maestro un año después (1735) a recordarle al alcalde la peligrosidad de la viga quebrada, y éste le responde:
Me parece excesiva tanta machaconería en el asunto de la viga. Sepa el señor Maestro, que si no le conviene la Escuela puede pillar el camino e  irse a otro sitio, que aquí para lo que enseña, falta no hace. ¿Qué le importan a estas gentes ni a nadie dónde está Marte, ni las vueltas que da la luna, ni que cuatro por  seis son veintisiete, ni que Miguel de Cervantes descubrió las Américas? Para coger un mancage, basta y sobra con tener fuerzas para ello. No obstante, como soy amante de la cultura y no quiero que digan que he hablao mal al maestro y no le trato como se debe, nombraré una comisión que informe sobre el asunto de la viga.


Un año después llegan dos peritos albañiles y elaboran un informe sobre el estado de la viga:
Opinamos,  pensamos y creemos, que la viga que ocupa el centro de la clase, aula o sala, que por estos tres nombres se le denomina o circunscribe, que la dicha viga no se ha movido, sólo se ha bajao cosa de diez o doce deos, amenazando solo caer, pero nunca juntarse con el suelo aplastando a los que coja dentro. Pero como quiera que la madera es un cuerpo astilloso, tiene que crujir antes de pegar el golpazo dando tiempo a que se salven por lo menos siete u ocho. Por todo lo cual, y puesta la mano en el corazón y en conciencia, decimos, que el peligro que ofrece la aludida viga, es un peligro leve, o sea de poca trascendencia. Todo lo cual firmamos y no sellamos por no tener sello.


Acude también el escribano y da fe del estado de la viga:
Mi informe imparcial, desapasionado y verídico, como corresponde a mi profesión, es el siguiente: Si la viga cae, y amenaza peligro, puede ocurrir: A) Que mate al Maestro en cuyo caso  esta digna Corporación se ahorraría los quinientos reales que le paga. B) Que matase a los niños y no al Maestro, cuyo caso ocurriendo sobraba el Maestro. C) Que matase a los niños y al Maestro ocurriendo en este caso, como suele decirse, que se mataban dos pájaros de un tiro, y D) Que no matase a nadie, en cuyo supuesto no hay por qué alarmarse. Examinados en derecho las causas y efectos que anteceden, emito este informe, honrado y leal, cumpliendo con ello un deber de conciencia. En Ohanes de las Alpuxarras a 15 de mayo de 1736.


La situación se prorroga así cuatro años más hasta que el cronista del pueblo elabora la crónica oficial del desenlace:
El día catorce de octubre del año de Nuestro Señor Jesucristo, mil setecientos cuarenta, siendo Alcalde de esta villa D. Bartolomé Zancajo, y siendo las doce de su mañana, se hundió el techo del salón de la escuela de esta localidad, pereciendo en el siniestro, el señor maestro de primeras letras Don Menón Garrido Martín y los catorce niños que en aquellos momentos daban su clase. Después de laboriosos trabajos fueron extraídos de entre los escombros los cadáveres de las víctimas y trasladados al depósito del cementerio municipal, acompañados del pueblo en masa, que era partícipe por entero del dolor que significaba tal catástrofe, ya que todos, más o menos directamente, les alcanzaba, dado el número tan elevado de inmolados en aras de la cultura. Abierto el oportuno expediente, se ha podido comprobar que, por parte de la autoridad competente se tomaban periódicamente todas las medidas encaminadas a velar por el buen funcionamiento del  sagrado recinto.


Para que se entienda mejor: El maestro somos todos los denunciantes, indignados y cabreados; alumnos son (somos) la inmensa mayoría más o menos silenciosa, votante y no votante; el alcalde es… pues toda la canalla de políticos analfabetos, corruptos y engreídos que deciden sobre nuestras vidas y que, o niegan que la viga está rota, o que, en todo caso, el techo no se nos vendrá encima “porque estamos haciendo las cosas como Dios manda”; los albañiles son los expertos economicistas y técnicos; el escribano son los mercados, la banca alemana, el FMI, el BCE…; el cronista son (y serán) los medios de comunicación, siempre imparciales.

P.D. Bueno, esto no son predicciones de futuro, porque cada día se están derrumbando vigas encima de familias enteras, de colectivos, de fábricas… Incluso de escuelas.

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