MIS LIBROS (Para adquirir cualquiera de mis libros escribir a huellasjudias@gmail.com)

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jueves, 7 de febrero de 2013

ESTADO DE SATURACIÓN


Estamos viviendo una situación social y política excepcional. Cada día conocemos algún hecho que nos irrita más que el anterior. La lista es interminable: la de los corruptos, los sinvergüenzas, los ladrones, los mentirosos, los provocadores, los encubridores.

La corrupción es el síntoma más evidente y alarmante de la degradación de la política, la economía, la ética y el funcionamiento de las instituciones. Que afecte directa y masivamente a quienes hoy ocupan todos los resortes del poder no es algo del todo nuevo, pero sí lo es la negación sistemática de los hechos y los intentos de confundir y eludir cualquier responsabilidad. Lo que nos sorprende es la capacidad de negar, confundir y acusar a los demás de las propios escándalos.

Otro fenómeno nuevo, muy ligado al anterior, es la sobredosis de información que recibimos cada dia sobre este estado de putrefacción. El estado de corrupción se ha convertido en un estado de saturación. Esto es lo que a mí más me preocupa y sobre lo que quiero reflexionar.

¿A dónde conduce esta saturación, esta sobredosis de información? Al hartazgo, a la apatía, a la desesperación, a la indefensión, a la confusión y a la impotencia. ¿Por qué?
Primero, porque nos obliga a un sobre-esfuerzo de discriminación, de análisis y filtración de la información. Es imposible seguirle la pista a tantos asuntos, encontrar la información más fiable, hacerse una idea acertada sobre todo lo que nos cuentan o está sucediendo.
Segundo, porque toda esa información, con la irritación que provoca, no parece producir ningún efecto directo sobre la realidad, no provoca las reacciones esperadas.
Tercero, porque las protestas que origina son, por lo mismo, confusas, dispersas, efímeras y sin  ningún objetivo alcanzable claro.

El estado de saturación está provocando, paradójicamente, un estado de indefensión mayor. Por supuesto que la verdad siempre es mejor que la ignorancia, pero hay que ir más allá. No basta con la información (ahí está internet): es necesario canalizar la irritación y la protesta hacia objetivos claros y alcanzables. Lo que más me desanima a mí es el comprobar que no se está produciendo ningún cambio en esta dirección.

Si no podemos discriminar la información, distinguir lo fundamental de lo accesorio, lo importante de lo secundario.
Si no tenemos tiempo para contrarrestar la información confusa o mentirosa, la que desvía la atención y lo enmaraña todo.
Si no tenemos tiempo de analizar los hechos y sus consecuencias con objetividad.
Si no podemos canalizar la indignación más que a través de actos dispersos, sectoriales, repetidos y pasajeros (manifestaciones, asambleas).
Si la información y la indignación acaban convertidas en espectáculo televisivo o tertuliano.
Si toda la información y la irritación no se traducen en algo práctico y eficaz, el estado de saturación a que nos conduce no hace más que contribuir al mantenimiento de la situación actual.

En la democracia el mejor camino es el de la alternativa política. Tiene que surgir una alternativa política nueva. Todo lo que no vaya en esta dirección no hará más que profundizar el desánimo y la desesperación. Este estado de saturación es paralizante.



1 comentario:

Rodriques dijo...

Muy interesante y necesaria reflexión, no puedo estar más de acuerdo contigo, pero yo esa reflexión no supe o no encontré el tiempo para hacerla, tal vez porque ya estoy imbuido por todo eso que mencionas.

Gracias por ello.

La época de "bonanza" llevaba un veneno inoculado que hizo que la mayoría nos aborregásemos, casi nadie cambiaba la comodidad del sofá por la incomodidad de la acción. Mi experiencia en asociaciones de distinto calado es que muy poca gente se moviliza, si acaso pagan la cuota de socio y que otros se preocupen de hacer funcionar la asociación, eso por las referencias que tengo es o era bastante generalizado.

De esa manera ahora nos encontramos en una época en la que se necesita "hacer" pero con una población acostumbrada a que "hagan" otros.

El círculo se cierra cuando precisamente esos "otros" son la causa y por tanto no pueden ser a la vez la solución.

Tal vez, si algo bueno puede salí de toda esta crisis, es que la gente se vea obligada de nuevo a volver a movilizarse y a luchar por lo que considera justo, lo que da miedo es imaginar, a la vista de los hechos, cuan profundo habremos de caer y en que estado quedaremos cuando finalmente la gente reaccione de verdad.