MIS LIBROS (Para adquirir cualquiera de mis libros escribir a huellasjudias@gmail.com)

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domingo, 17 de marzo de 2013

FALSOS RECUERDOS

(Fotos: Isabel Trancón)
Nuestra identidad depende del recuerdo que tenemos de lo que hemos hecho o sido en el pasado. Pero la memoria es tan frágil y etérea como el vuelo de un pajarillo. El pasado no es algo fijo ni acabado. Los hechos no se guardan en nuestra mente como libros en una estantería. Si no nos empeñamos en mantenerlos, desaparecen. Pero para mantenerlos hay que adaptarlos constantemente a nuestros gustos, intereses y necesidades del presente. El pasado se construye a cada instante en función del presente. Por eso nuestros recuerdos no son de fiar. Necesitamos creer que son tal y como los recordamos porque lo contrario nos angustia: somos tan frágiles y etéreos como lo son nuestros recuerdos. ¿Quién somos si no nos acordamos de lo que hemos sido?

Reflexiono sobre todo esto porque anoche tuve un extraño y ridículo sueño: Antonio Muñoz Molina me acusaba de haber plagiado un párrafo de un libro suyo titulado "La Quinta de San Valentín". Yo estaba totalmente desconcertado porque no recordaba haber hecho nada parecido. Me desperté con el convencimiento de que aquello no era un sueño, sino algo que había ocurrido de verdad. No podía quitarme la sensación realidad que aquel sueño vívido me producía. Pensé entonces: los sueños se pueden confundir con los recuerdos. Podemos convertir un sueño en el recuerdo de un hecho. ¿Cuántos falsos recuerdos nacen de nuestros sueños?

Pero no sólo podemos elaborar falsos recuerdos sobre nosotros, también lo podemos hacer sobre los demás. Es posible, incluso, que gran parte de los recuerdos que elaboramos sobre los demás sean falsos. Voy a poner dos ejemplos que me vienen ahora a la mente. Hace poco me encontré con una amiga que me preguntó si seguía en el programa de televisión de Iker Jiménez, Cuarto Milenio. Me sorprendió, porque nunca he sido invitado a ese programa. Debió de confundirlo con otro de Sánchez Dragó.
Hace muchos años, el escritor Julio Llamazares se enemistó conmigo porque afirmaba que yo le había dejado tirado en Gijón una tarde, cuando yo le había ofrecido una casa para dormir. Yo entonces ni le conocía, pero él insiste, incluso hasta hoy, en que yo le hice esa faena. ¿De dónde lo sacó? Imposible saberlo, como tampoco puedo saber por qué mi amiga asegura haberme visto varias veces en el programa de Iker Jiménez.


Es posible que, tanto sobre nosotros mismos como sobre los demás, construyamos recuerdos e historias que necesitamos para sostener la idea y la imagen que nos hacemos de nosotros mismos y de los otros. Eso es más importante que la fidelidad a los hechos. El pasado está hecho de la misma materia que nuestros sueños. Los necesitamos para sostener una identidad imaginaria que,  si se desmorona, nos deja totalmente indefensos ante el mundo y los demás. No hay nada a lo que temamos más. Es como morir y seguir dándonos cuenta de que estamos muertos.

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