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jueves, 1 de agosto de 2013

ME EQUIVOQUÉ: ROBÉ, MENTÍ, ENCUBRÍ, ENGAÑÉ... PERO SÓLO FUE UN ERROR.

(Foto: S. Trancón)
La mayor degradación de la política no es que se asiente sobre el engaño, sino que nadie sea capaz de desenmascarar sus mentiras. Lo más triste de la situación actual no es que estemos en manos de un grupo de cuatreros mentirosos, sino que no haya una oposición que, al menos, desmantele sus patrañas.

El partido que nos gobierna se asienta sobre una ilegitimidad de raíz, que lo invalida democráticamente. ¿Qué sería del PP sin el dinero público robado con el que se ha financiado? ¿Qué sería sin la millonada de dinero negro que ilegalmente ha recibido de las empresas que, a su vez, lo recibían de los contratos que les otorgaba la administración, la mayoría de ellos a través de concursos amañados y sobrefinanciados? Un negocio redondo, con tanto sobrante que daba para todos, empezando por Rajoy y acabando por el que repartía la pasta (47 millones de euros descubiertos, pero ¿cuántos quedarán ocultos?) Así durante ¿cuántos años? Naseiro, Lapuerta, Bárcenas... ¿Existiría el PP sin este robo organizado? ¿En qué se diferencia esto de una organización delectiva, montada para robar y delinquir?

Pero hay más, porque se nos ha robado por partida doble. Primero, a través de toda esa trama corrupta y la consiguiente evasión fiscal, y luego mediante el sistema de reparto del dinero público en función de los resultados electorales. Si han ganado con malas artes, si han hecho sus campañas con mi dinero, si han sostenido sus sedes, a sus ideólogos y propagandistas con el dinero negro robado, y si resulta que luego reciben otra millonada en función de los votos que obtienen con ese dinero, pues todo es latrocinio sobre latrocinio. ¿Qué legitimidad tienen para que, además, una vez han llegado al poder, nos sigan quitando un dinero que nosotros queremos sirva para sostener los servicios públicos, y ellos se lo entregan a los banqueros?

Es todo tan vomitivo, nauseabundo y alarmante que uno no comprende cómo ese partido sigue teniendo todavía no sé qué porcentaje de apoyo, cuando ya deberían estar todos en la calle o en la cárcel. Este comportamiento de desvergonzados atracadores resulta mucho más intolerable cuando millones de personas viven sin poder trabajar y muchos de los que tienen trabajo lo hacen por un sueldo de esclavos.

Y en estas estamos cuando Rajoy anuncia con insultante altanería que se equivocó. Ni siquiera añadió lo del Rey: Lo siento, y no volverá a ocurrir. Dice se se equivocó para acto seguido vanagloriarse de su equivocación: he sido engañado por ser buena persona, por no condenar a quien parecía inocente y al que otros querían linchar de antemano. Por ser justo, en definitiva, y haberle apoyado hasta hace dos días, y resulta que ahora los desestabilizadores han iniciado una cacería contra él y su partido. Pues no, no lo va a consentir, porque él es inocente y ni ha robado, ni mentido, ni engañado, ni encubierto, ni prohijado y amamantado al que resultó ser un delincuente, aunque todavía no ha sido condenado... Pero si era tan tonto y no se enteró de nada, ni siquiera de que él mismo recibía sobres mensuales que, con uno solo, podría vivir durante un año un parado... Si es tan fácil engañarlo, ¿qué pinta de presidente del gobierno?

La degradación de nuestra democracia, la farsa en que estamos metidos como en un lodazal, el cinismo y el desprecio hacia todos los ciudadanos, la incapacidad de la oposición para desenmascarar tanta maldad, ignorando el enorme sufrimiento que toda esta basura moral está provocando, no se puede comparar ni siquiera con la política italiana, tan parecida a la nuestra en muchas cosas. ¿Cuánto durará esta pesadilla?    


1 comentario:

Andrés Marí dijo...

La pesadilla sólo terminará, no cuando la oposición actúe en consecuencia ni cuando aparezcan políticos decentes, sino cuando acabemos con la Política como una carrera, un oficio, un salario, un bienestar. Entonces aparecerá la decencia y los hombres y mujeres que, continuando percibiendo la remuneración que recibían, elijan entregar sus esfuerzos por el Bien Común. Nosotros, todos los ciudadanos, somos los culpables de dejarnos culpabilizar por lo que estamos manteniendo y el Poder lo sabe, ¿para qué se va a preocupar por lo que pensemos? Ha hecho una faena magistral...