El
Premio Samuel Toledano de este año ha sido otorgado, según mis
informaciones, al libro Orígenes
de la filosofía en español. Actualidad del pensamiento hebreo de
Santob,
de Ilia Galán (ed. Dykinson, Madrid 2013). Las bases dicen que “se
instituye un premio anual sobre la historia y la cultura de los
judíos sefardíes en memoria de Samuel Toledano, uno de los
renovadores de la Comunidad Judía en España. Podrán optar al
premio investigadores y escritores residentes de Israel y España,
con obras dedicadas a la historia de los judíos en España y en la
Diáspora Sefardí, y su patrimonio cultural”. Por motivos que
desconozco, el Premio todavía no se ha hecho público, a pesar de
haberse fallado el pasado mes de junio. Este libro será, sin duda,
objeto de polémica, dadas las tesis que defiende, poco compatibles
con la finalidad y el sentido del Premio.
Sem
Tob (así se ha escrito casi siempre en español) fue un judío
nacido en un pueblo del norte de Sefarad-España (Carrión), donde se
asentó una pujante comunidad judía de la que aún hoy quedan los
restos de una sinagoga. Figura fundamental para conocer el destino de
los judíos en aquella España medieval en que vivió, es uno de los
escritores más destacados de su época, autor de un libro que tuvo
gran repercusión entre los sefardíes, conocido con el título de
Proverbios
morales. La
obra premiada es un supuesto análisis del pensamiento filosófico de
Sem Tob contenido en estos Proverbios.
Señalemos,
antes de iniciar el análisis de esta obra, que se trata de una
reedición corregida de 1986, lo que no ha impedido que el libro
resulte casi ilegible, tanto por la ausencia de cualquier orden
expositivo como por su estilo, artificioso y plagado de
incorrecciones
sintácticas y semánticas.
El
libro es, además, ideológicamente confuso. Encontramos en sus
páginas la defensa de un relativismo moral inaceptable, como cuando
nos dice que hemos de escuchar “las razones del comunista tanto
como las del fascista, (…) las del inmigrante de raza oscura y las
del nazi que se imagina de raza aria, (…) al que defiende el
terrorismo y al que lo condena (…) y así hallar los puntos comunes
(…), porque todos, al parecer, tienen algo de razón y de
verdad...” (p. 123). O cuando afirma que “la locura
es manifiesta en ciertos grandes personajes de la política
(Alejandro Magno, Julio César, Napoleón, Hitler o Stalin)” (p.
152). Equiparar a Hitler con Alejandro Magno, y llamarlo
enfáticamente “gran personaje de la política” en un libro
supuestamente defensor y divulgador de la cultura judía, parece,
cuanto menos, llamativo.
Pero
vayamos a lo más importante: el contenido básico del libro.
Empecemos aclarando que el autor no basa sus comentarios en el texto
original, sino en una mala versión de García Calvo (no en alguna de
las más reconocidas, como la de S.Shepard o de Paloma Díaz-Mas). El
texto, degradado, se convierte así en mero pretexto para discursear
de modo arbitrario, sin orden ni concierto ni respeto alguno por las
ideas de Sem Tob, que desaparecen entre un maremagnum de ocurrencias
que se amontonan desordenadamente. Nunca sabemos, además, cuándo
cita a Sem Tob, a García Calvo o glosa él mismo los Proverbios,
porque el texto carece de cualquier aclaración y las comillas es
imposible saber a quién se refieren. Pero además justifica esta
falta de respeto al texto original: “La forma (…) incluso aunque
esté transcrita a caracteres hebreos (…) es lo de menos, para
espanto de filósofos y pensadores de la exterioridad, hoy en boga.
Hasta la rima es prescindible” (p. 226).
Recordemos que el texto está escrito en versos alejandrinos
(siguiendo la tradición del mester de clerecía) o heptasílabos que
forman cuartetas, sometido, por tanto, a las reglas de la métrica y
la rima. El valor del texto reside en su forma literaria, el uso del
lenguaje popular, el empleo de metáforas, antítesis y elipsis, el
dominio del aforismo, la expresividad de las imágenes, el lirismo,
la eficacia de las comparaciones, el manejo de los conceptos.
Considerar todo esto “exterioridad prescindible” es anular el
texto, desvirtuar su sentido y atropellar la más elemental teoría
literaria.
Pero
quizás lo más grave sea que, sin fundamento alguno, Ilia Galán
cristianiza a Sem
Tob,
le despoja de toda referencia a su origen judío y borra por completo
la influencia de este origen y condición en su obra y su
pensamiento. El libro premiado, según las bases, por su aportación
al estudio de la historia y la cultura de los judíos sefardíes,
resulta que no sólo no contiene referencia alguna a los judíos
hispanos o el judaísmo, sino que tergiversa la obra y denigra a Sem
Tob hasta convertirlo en un mentiroso y vulgar adulador en busca de
su propio beneficio. Veamos lo que escribe:
“Santob adula de la más evidente y torpe manera al rey don Pedro,
apodado luego el Cruel, y es que si él era malo difícilmente su
política iba a ser buena, sus acciones justas y adecuadas”.
“Santob andaba detrás de la ganancia, mintiendo con la exageración
halagadora, o cegado por la necedad de alabar a quien más bien
parecía, por muchos aspectos, una mala bestia” (p. 324).
Olvida
el autor que el propio Sem Tob se reconoce como judío en los
Proverbios:
“judío de Carrión”, se llama. Que uno de los códices
conservados, el de Cambridge, está escrito en aljamiado hebreo. Que
Sem Tob escribió un libro en hebreo, el Ma'asé
ha-Rab (Disputa
entre el cálamo y las tijeras) y tradujo al hebreo del árabe un
tratado litúrgico, Preceptos
morales,
de Israel ben Israel. Y que compuso en hebreo una oración de
penitencia que se convirtió en plegaria de Yom Kippur de muchos
sefardíes hasta hoy mismo: Vidduy,
traducida al español en 1553. ¿De dónde saca el autor que Sem Tob
se convirtió al cristianismo?
Sem
Tob escribió los Proverbios
hacia 1350, un época decisiva en la historia de los judíos de
España. La llegada al poder de Pedro I originó un conflicto con su
hermano bastardo Enrique, que daría lugar a la primera gran guerra
civil. Pedro I siguió la tradición de protección de los judíos,
mientras que Enrique incitó a la persecución de los judíos. Ganó
Enrique de Trastámara y la situación de los hebreos hispanos
comenzó un declive imparable que culminaría con las matanzas de
1391. La complejidad y trascendencia de aquella guerra la resume el
autor diciendo que Pedro I “era una mala bestia”.
La
influencia de la Torá
y el Talmud,
y de la tradición sapiencial judía, está muy presente en los
Proverbios. Sem
Tob refleja bien el momento de incertidumbre y cambios, la toma de
conciencia de lo inestable de la vida y la fortuna; elogia el libro y
el saber, la cautela, la observación y la capacidad de adaptación,
acorde con la psicología y la mentalidad sefardí. Su libro es moral
y didáctico, no cristiano ni religioso. Muy pronto se convirtió en
sospechoso, y pasó a ser prohibido por la Inquisición. En un
expediente inquisitorial de 1492, Ferrán Verde, un mercader
aragonés, fue acusado de herejía y apostasía. Pasó cuatro años
encerrado e incomunicado, acusado de leer el Génesis y “una obra
de rrabi Sonto”. Ferrán, como prueba de que no se alejaba de la
ortodoxia, escribió de memoria todo lo que recordaba del libro de
los Proverbios,
más de 200 coplas. Al Tribunal poco le importó el contenido de esas
coplas, lo importante era el hecho de leer a Sem Tob, considerado
síntoma judaizante.
(Fotos:S.Trancón)
El
contenido de los Proverbios,
en efecto, si bien no contiene nada directamente contrario a la fe
católica, nada dice sobre el cristianismo ni los dogmas de la
Iglesia. Ilia Galán, sin embargo, se empeña en hacer reflexiones y
afirmaciones constantes sobre el cristianismo, el Mesías y la
religión católica, confundiendo al lector, como si tuvieran algo
que ver con el texto de Sem Tob. Así que el libro que comento, no
sólo borra, tergiversa y pervierte el pensamiento de Sem Tob, sino
que lo adultera hasta el punto de convertirlo en un panegírico del
cristianismo. No voy a abrumar al lector con las citas, me limitaré
a entresacar unas pocas.
Ya en la página 70 defiende la conversión de Sem Tob al
cristianismo con el argumento de que dentro de esta religión
“tendría más holgura para reflexionar en aquel entonces”.
Insiste en que el Dios cristiano es “infinitamente misericordioso y
bueno, más que ferozmente justiciero según aparece en el Antiguo
Testamento” y el judaísmo (p. 113). Hace una alabanza de
Jesucristo, de la pasión y “la maravilla de la redención” (p.
124). “Para llegar a lo alto y fructificar hay que sepultarse en el
barro de lo bajo, como el Mesías que siendo rey nace en la
nauseabunda miseria de un establo” (p. 147). Alaba la “tradición
del cristianismo que parte de un Dios salvador y rey del universo
nacido en la figura de un menesteroso” (p. 151). “Era necesaria
la cruz para la resurrección, la muerte para la vida eterna” (p.
159). Sobre la teología cristiana (p. 303), Cristo, la Trinidad, el
Evangelio (p. 305), la cruz, la resurrección (p. 310), el
cristianismo (p. 314). Etc.
Postdata
Américo Castro escribió: “Un enfoque antisemita de la historia
española condena al historiador a falsearla, a malentenderla y a
malestimarla”. Sabemos que hay muchas formas hoy de ser antisemita,
incluso sin saberlo ni reconocerlo. El autor de este libro premiado
parece ser simpatizante de la causa palestina, al menos por el apoyo
que dio a los actos de difusión y propaganda antisemita de la III
Flotilla Rumbo a Gaza, que sirvió de plataforma para manifestaciones
y protestas en Madrid “contra el genocidio israelí”. Ilia
Galán, como responsable de la Sección de Filosofía del Ateneo de
Madrid (una de las instituciones culturales más importantes de
España), presentó un acto el 23 de agosto de 2012 en el Ateneo (en
el que participaron destacados activistas pro-palestinos, además del
embajador de Palestina) titulado “TODOS HACIA GAZA CON LA FLOTILLA
DE LA LIBERTAD”. Era la tercera, así que no se puede alegar
ignorancia de los propósitos y fines de esta Flotilla. Tampoco
parece que esto se compagine bien con los fines del Premio Samuel
Toledano.
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