La imagen de los Alpes
convertidos en una escombrera de restos humanos es algo que mete el
miedo en los tuétanos. Necesitamos saber por qué alguien puede
cometer un acto tan atroz. Si no lo sabemos nunca podremos evitarlo.
En primer lugar hay que
aceptar que se trata de un acto cometido por un ser humano. Como con
los crímenes más horribles de la historia tendemos a despojar a sus
autores de la condición humana. Es una forma de protegernos. Otra
cosa es reconocer que dentro de nuestra mente y nuestro cuerpo se
aloja la posibilidad de la crueldad, la barbarie y mal en sí mismo.
Que, precisamente porque somos frágiles, egoístas, inestables y
agresivos, necesitamos aprender a conocernos y controlarnos, a
estimular la empatía, el respeto y la aceptación de la frustración.
La sociedad no es algo
“natural” o que surja por generación espontánea. Necesitamos la
educación. Necesitamos el control sanitario, la justicia social, las
normas. Necesitamos equilibrio emocional. Necesitamos un trabajo
digno. Necesitamos cumplir obligaciones y que se respeten nuestros
derechos. Necesitamos información y explicaciones.
La democracia trata de
afirmar todo esto y asentar las relaciones humanas sobre una base
racional, uniendo libertad y control. Un acto tan espantoso como el
del avión de Germanwings pone a prueba el sistema democrático en su
conjunto. Salen a la luz las deficiencias y los errores. Hemos visto
actuar a dos modelos: Alemania y Francia.
Francia ha demostrado ser
un Estado más eficaz, más libre y respetuoso de la verdad que
Alemania. Esto pone en entredicho tópicos y prejuicios. Alemania no
es ningún ejemplo de eficacia e información. Todo lo referente a la
formación y el control del copiloto autor de la masacre pone los
pelos de punta. El funcionamiento de una compañía como Lufthansa
revela hasta dónde puede degenerar el capitalismo depredador. Hemos
comprobado que Alemania es una sociedad engañosamente admirada.
Es llamativo que las
autoridades alemanas, los medios de comunicación alemanes y su
emblemática compañía aérea se amparen en el oscurantismo y la
desinformación para eludir responsabilidades. Nos recuerdan a Trillo
cuando lo del Yak-42. Todo lo contrario del comportamiento del fiscal
francés. Habla un fiscal independiente, no un ministro, ni un
burócrata, ni un experto.
Así que en este asunto,
entre gabachos y tudescos, nos quedamos con los franceses. Hasta los
norteamericanos salen mejor en la comparación. Allí no dejan a un
piloto solo en la cabina, y menos si tiene menos de 1.500 horas de
vuelo.
Lo dicho, si tenemos que
elegir, nos quedamos con Francia y su modelo de Estado. También
podíamos imitarlos en otro asunto. ¿Se acuerdan del movimiento
independentista corso? ¿Y lo que acaban de hacer con los
independentistas de la “Cataluña Norte”?
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