(Foto: A.Galisteo)
Twiter y Facebook se han convertido en la máquina de la verdad. Amparados unos en el anonimato, otros en la volatilidad de la pantalla, estimulados todos por la inmediatez de las respuestas, estas redes atrapan y sirven a muchos de terapia virtual, de desahogo de tensiones y sentimientos de rabia y frustración. También para alimentar el narcisismo y buscar una compensación emocional y un reconocimiento público medido por el número de seguidores, comentarios y “me gusta”. El mensaje corto no se presta a razonamientos ni sutilezas, así que lo que se valora es la ocurrencia, el lenguaje atrevido, el tono beligerante, la espontaneidad y la sinceridad. Nada más adecuado, para entender este fenómeno, que recordar aquella sentencia evangélica y freudiana: “de la abundancia del corazón habla la lengua”.
Hay temas sobre los que si te pronuncias en Twitter o Facebook, inevitablemente vas a provocar una pérdida de amigos reales, aunque ganes otros virtuales. Hablo por experiencia. Me refiero a temas, peligrosísimos para tu perfil público, como: los toros (yo los defiendo), los judíos (soy pro-israelí), los independentismos (soy anti-independentista), la memoria histórica (la defiendo), Podemos (los critico), leonesismo (soy de León, no leonesista), “traducir” a Cervantes (lo deploro), federalismo asimétrico (lo combato), etc. Todos estos pronunciamientos, necesariamente simplistas, requieren reflexiones y explicaciones que yo procuro dar a través de artículos, mi blog, conferencias e intervenciones públicas. Quienes de verdad quieran conocer mi pensamiento pueden encontrar ahí matices y aclaraciones en las que invito siempre a pensar por sí mismo, poniendo en cuestión los lugares comunes, los prejuicios y las creencias no fundamentadas en datos y hechos.
Vienen a cuento estas consideraciones a propósito del revuelo provocado por los tuites de los nuevos concejales de Madrid. Sorprende que los defensores de una nueva política, basada en la verdad y la sinceridad, como reacción a las críticas que han recibido se hayan apresurado a borrar comentarios y cerrar cuentas esgrimiendo la vieja teoría de la conspiración y la nueva de la descontextualización. Limpieza, zafarrancho general. Ya no somos lo que fuimos. Mutación mágica. Resulta que Twitter, de la que Zapata es “un apasionado”, “en la medida que me permite una interacción ágil y constante con decenas de miles de personas, el saber colectivo, el intercambio de información de manera directa y sin intermediarios (…), una oportunidad para aprender, debatir y compartir”, resulta que ya no sirve, porque “ese medio es propicio a las descontextualizaciones”; “la descontextualización hace que se pierda el sentido original”, dice.
Pero vamos a ver, Twitter no tiene contexto, no es más que texto original, así que no puede descontextualizarse. Su interés y su fuerza reside, precisamente, en que sólo se puede tomar al pie de la letra y completo. No caben interpretaciones ni dondiegos. Además, es intemporal, no se inscribe en el tiempo, siempre es actual, por eso no se puede borrar ni destruir nunca del todo. Uno se responsabiliza totalmente de lo que escribe y de sus consecuencias. No funciona de otra manera. Así han forjado estos concejales su perfil público y combativo. Que renieguen ahora de él es una muestra de impostura y oportunismo vergonzante. Lo dicho, ahora en latín: de corde exeunt cogitationes malae. Del corazón nacen los malos pensamientos. Para cambiar de política hay que cambiar el corazón, no tratar de ocultarlo.
lunes, 22 de junio de 2015
sábado, 13 de junio de 2015
SOBRE LA "TRADUCCIÓN" DEL QUIJOTE
Habla una profesora a sus
alumnos de primero de bachillerato:
-Vamos a leer un trocito
del Quijote. Tengo aquí una traducción que seguro os va a
molar mogollón y que entenderéis a la primera sin ningún esfuerzo.
-¿De qué va el libro,
profe? -pregunta Jonathan.
-De un jambo que está
loco -se adelanta Jaimito que, aunque nadie se lo crea, se ha leído
el Quijote de cabo a rabo.
-¡Atentos, empezamos!
-alza la voz la profe:
“En un lugar de la
Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía no hace mucho un
hidalgo de los de lanza ya olvidada, escudo antiguo, rocín flaco y
galgo corredor”.
-¿Qué es eso de rocín?
-interrumpe Daysi mascando chiche.
-Caballo; rocín
significa caballo.
-¡Ah, un caballo
pequeño! ¿Como un pony?
-Bueno, más que
pequeño, flaco.
-Profe -interviene de
pronto Jaimito-, ¿por qué el traductor ha cambiado “no ha mucho
tiempo” por “no hace mucho”, que rompe el ritmo? En el original
se entiende bien.
-Sí -le contesta la
profe-, pero “ha mucho tiempo” es expresión antigua, y el
traductor ha querido que no parezca un libro viejo, sino actual.
-Lo de “lanza ya
olvidada”, profe -vuelve Jaimito-, ¿se refiere a que la había
olvidado don Quijote en el trastero o que no se acordaba dónde la
había puesto? Porque la lanza no se puede olvidar a sí misma.
-Bueno, eso que dices
está muy bien, a todo eso se refiere el traductor, Jaimito.
Prosigamos -vuelve al libro la profesora.
“Consumían tres partes de su hacienda una olla con algo más de vaca que carnero, ropa vieja casi todas las noches, huevos con torreznos los sábados, lentejas los viernes y algún palomino de añadidura los domingos. El resto de ella lo concluían un sayo de velarte negro y, para las fiestas, calzas de terciopelo con sus pantuflos a juego, y honrándose entre semana con un traje pardo de lo más fino”.
-¡Alto ahí, profe, alto!, que aquí hay muchas cosas que yo no entender -interrumpe levantando la mano Jaimito-. ¿Quiénes “consumían” una olla? ¿Y qué quiere decir “el resto de ella lo concluían un sayo de velarte”? No está claro el sujeto de “consumían” y “concluían”; tampoco sé si “ella” sustituye a la ropa, la vaca, la olla o la hacienda, ni qué es lo que “concluían” ellos o ellas. ¿Y por qué el impersonal “honrándose” en sustitución del reflexivo más claro “se honraba”? Pero lo que más me desconcierta es ese “traje pardo” que viste don Quijote, no sé si imaginarme un traje maragato o uno del Corte Inglés...
-Hombre, Jaimito, no seas tan quisquilloso. Se sobreentiende que el texto está hablando de la dieta de don Quijote y de cómo vestía, está muy claro.
-Así lo entendí yo cuando leí el original, profe. No comprendí algunas palabras, pero me imaginé que vestía un poco estrafalariamente y que llevaba un dieta bastante variada, aunque le faltaban frutas y verduras. Lo de “duelos y quebrantos”, además, me gustaba mucho, y yo pensé que era un plato que tenía que comer los sábados y esto le causaba algún dolor, como si se sintiera culpable de quebrantar algo... Cambiarlo por “huevos con torreznos” me parece una rebaja de saldo por derribo; si hubiera querido, Cervantes ya lo habría escrito así o algo parecido... Y otra cosa: ¿todos los lectores de su tiempo seguro que sabían bien que “duelos y quebrantos” eran “huevos con torreznos”? A lo mejor eran huevos con chorizo. ¿Y le llamaban así en toda España? Quizás Cervantes tenía que haber traducido su propia obra para que la entendieran bien todos los lectores de su época...
-¿Seguimos? -trata de continuar con la lectura la animosa profesora.
-Si no te importa, profe, quisiera que me aclararas antes eso de “ropa vieja casi todas las noches”- habla Samir-. Yo no sabía que don Quijote echara ropa vieja a la olla...
-Se refiere a un plato con carne deshebrada, Samir, todo el mundo lo sabe.
-¡Ah, menos mal! -exclama Jonathan.
-Profe, profe -salta de nuevo Daysi-, yo no sé qué significa “velarte”.
Evelyn, animada por aquel ambiente tan participativo, interrumpe:
-Profe, yo sé lo que es una saya, pero no un sayo. Tampoco sé si las calzas son calzones o calzoncillos, porque dice que son de terciopelo... Lo de pantuflos sí lo entiendo porque mi madre los hacía de lana, aunque les llamaba patucos.
-Bueno sí, son una especie de patucos...
-Lo de “palomino”, profe -pregunta Jonathan- ¿se refiere a lo de los gayumbos?
-No, quiere decir pichón, palomino es lo mismo que pichón... Bueno, seguiremos la próxima semana -da la profesora por concluida y consumida la lectura del nuevo Quijote, traducido del arcaico e ininteligible español “al castellano actual íntegra y fielmente”, “para hacerlo asequible a todo el mundo”. Bueno, no a todos. No había duda, este año le había tocado la clase de los torpes.
-¡Alto ahí, profe, alto!, que aquí hay muchas cosas que yo no entender -interrumpe levantando la mano Jaimito-. ¿Quiénes “consumían” una olla? ¿Y qué quiere decir “el resto de ella lo concluían un sayo de velarte”? No está claro el sujeto de “consumían” y “concluían”; tampoco sé si “ella” sustituye a la ropa, la vaca, la olla o la hacienda, ni qué es lo que “concluían” ellos o ellas. ¿Y por qué el impersonal “honrándose” en sustitución del reflexivo más claro “se honraba”? Pero lo que más me desconcierta es ese “traje pardo” que viste don Quijote, no sé si imaginarme un traje maragato o uno del Corte Inglés...
-Hombre, Jaimito, no seas tan quisquilloso. Se sobreentiende que el texto está hablando de la dieta de don Quijote y de cómo vestía, está muy claro.
-Así lo entendí yo cuando leí el original, profe. No comprendí algunas palabras, pero me imaginé que vestía un poco estrafalariamente y que llevaba un dieta bastante variada, aunque le faltaban frutas y verduras. Lo de “duelos y quebrantos”, además, me gustaba mucho, y yo pensé que era un plato que tenía que comer los sábados y esto le causaba algún dolor, como si se sintiera culpable de quebrantar algo... Cambiarlo por “huevos con torreznos” me parece una rebaja de saldo por derribo; si hubiera querido, Cervantes ya lo habría escrito así o algo parecido... Y otra cosa: ¿todos los lectores de su tiempo seguro que sabían bien que “duelos y quebrantos” eran “huevos con torreznos”? A lo mejor eran huevos con chorizo. ¿Y le llamaban así en toda España? Quizás Cervantes tenía que haber traducido su propia obra para que la entendieran bien todos los lectores de su época...
-¿Seguimos? -trata de continuar con la lectura la animosa profesora.
-Si no te importa, profe, quisiera que me aclararas antes eso de “ropa vieja casi todas las noches”- habla Samir-. Yo no sabía que don Quijote echara ropa vieja a la olla...
-Se refiere a un plato con carne deshebrada, Samir, todo el mundo lo sabe.
-¡Ah, menos mal! -exclama Jonathan.
-Profe, profe -salta de nuevo Daysi-, yo no sé qué significa “velarte”.
Evelyn, animada por aquel ambiente tan participativo, interrumpe:
-Profe, yo sé lo que es una saya, pero no un sayo. Tampoco sé si las calzas son calzones o calzoncillos, porque dice que son de terciopelo... Lo de pantuflos sí lo entiendo porque mi madre los hacía de lana, aunque les llamaba patucos.
-Bueno sí, son una especie de patucos...
-Lo de “palomino”, profe -pregunta Jonathan- ¿se refiere a lo de los gayumbos?
-No, quiere decir pichón, palomino es lo mismo que pichón... Bueno, seguiremos la próxima semana -da la profesora por concluida y consumida la lectura del nuevo Quijote, traducido del arcaico e ininteligible español “al castellano actual íntegra y fielmente”, “para hacerlo asequible a todo el mundo”. Bueno, no a todos. No había duda, este año le había tocado la clase de los torpes.
domingo, 7 de junio de 2015
ENTRE PITOS Y GAITAS
Los que nos oponemos al
independentismo por antidemocrático y totalitario, tenemos un reto
muy difícil: defender nuestras ideas con claridad y determinación y
sin perder los nervios. Las provocaciones son constantes y elevan el
tono cada día. Luchamos contra un enemigo que ha ido conquistando
todos los ámbitos de poder e influencia, desde la escuela a los
medios de comunicación, del deporte y la cultura a las instituciones
del Estado. No hay espacio social y político en el que no hayan
impuesto su doctrina, su dominio, su norma de conducta y sus
sentimientos. Donde más eficaces han sido es en el control del orden
simbólico y el desprecio a las leyes y principios democráticos. Han
construido, con incansable obstinación, una imagen de Cataluña, de
su historia y de su identidad, simbólica y emocionalmente
irreconciliable con la idea de España y su Estado constitucional, al
que deslegitiman como antidemocrático y cuyas leyes consideran
injustas. Despreciarlas y no cumplirlas es señal, por lo mismo, de
dignidad, valentía y atrevimiento.
Después de más de
cuarenta años de control y propaganda, los independentistas ya se
sienten lo suficientemente fuertes como para intentar dar el salto
definitivo: la ruptura institucional con España, cuyo primer paso se
concibe como una proclamación unilateral light de
independencia que acabará creando una situación irreversible. Se
equivocan todos los que hacen cábalas con que si baja el souflé
o retrocede el procès: la
situación está peor que nunca, porque a la ola esquerro-convergente
se ha unido ahora un conglomerado de izquierdas capitaneado por Colau
y Podemos. Con el PP en claro desmoronamiento, con un PSOE
tocando la flauta travesera del federalismo y un Podemos partidario
de la autodeterminación, sólo nos queda Ciudadanos como tabla de
resistencia, más que de salvación. Cierta tibieza ideológica y una
peligrosa indefinición en el modelo de Estado, sin embargo, puede
hacerle perder a Ciudadanos el apoyo que una mayoría de españoles
le quisiera dar, algo que Rosa Díez tenía mucho más claro y que
debiera asumir sin titubeos el partido de Rivera. Los admirables
esfuerzos de muchas asociaciones cívicas, carentes la mayoría de
apoyo económico e institucional, son insuficientes para
contrarrestar el entramado omnipresente de organizaciones y medios
independentistas a los que sigue yendo a parar gran parte del dinero
que la Generalidad recibe del Estado.
¿Cómo ha logrado el
independentismo avanzar tanto? ¿Cuál es su secreto? Lo diré
claramente: su principal victoria ha sido la derrota psicológica,
ideológica y moral de los demócratas. El independentismo ha sabido
dominar psicológica y mentalmente a una minoría determinante, las
élites de los partidos, los sindicatos, los intelectuales, los
jueces, los periodistas, los empresarios y hasta las monjas. Dentro y
fuera de Cataluña. Los catalanistas-nacionalistas-independentistas
(todos se han ido corriendo hacia donde ahora están) han tenido
suficiente habilidad e inteligencia para llevar a cabo este procès
con total impunidad, con el consentimiento de esa minoría que ha
sido, a su vez, la encargada de aplastar a todos los disidentes que
han ido apareciendo entre sus filas. En esta maniobra de
embaucamiento, dominación y colaboración ha caído tanto la derecha
como la izquierda, mostrando por igual una ceguera responsable y un
entreguismo suicida. Todos. Desde Suárez a Rajoy, pasando por Felipe
González, Aznar y Zapatero, no han sabido nunca dónde establecer
los límites democráticos, no han tenido ni ideas ni determinación
ni valentía para frenar las imposiciones del independentismo.
Curiosa, y alarmantemente, este proceso ha corrido paralelo (mezclado
y superpuesto) al de la corrupción, ante el que se ha actuado del
mismo modo contemporizador y con las mismas consecuencias demoledoras
para el Estado y la democracia.
Hablo de límites
democráticos, porque eso es esencialmente la democracia, la
imposición de límites. Límites sobre lo que se puede decidir y no
decidir, hacer y no hacer, decir y no decir, enseñar y no enseñar,
propagar y no propagar. Y todo ello se establece a través de leyes y
normas. Libertad, democracia y leyes son inseparables. Allí donde
se conculcan las leyes, la democracia y la libertad se atropellan.
La democracia no puede
permitir la propagación de la mentira, el desprecio a la verdad
sobre hechos históricos fundamentales, el insulto, el incumplimiento
de las leyes, la destrucción y burla de los símbolos comunes, la
exhibición y manifestación pública de sentimientos de odio, la
imposición de una lengua, el adoctrinamiento ideológico separatista
en la enseñanza, la utilización del dinero y las instituciones
públicas para intereses y fines disgregadores, particulares y
partidistas, la creación de estructuras paralelas de estado
(policía, embajadas, oficinas tributarias...), etc. Todo esto está
ocurriendo hoy en Cataluña con el consentimiento de los poderes del
Estado y los responsables políticos, algo democráticamente
repugnante. Todos los países de nuestro entorno europeo tienen muy
claros los límites democráticos y no los confunden ni con la
libertad ni con la tolerancia. Resultaría inimaginable que en
Francia, por ejemplo, el presidente Hollande recibiera pasivamente
pitos e insultos de una masa que gritara “franceses... hijos de
puta” mientras sonara la Marsellesa, y que a su lado el presidente
del Languedoc sonriera satisfecho y engreído. ¿Qué pasa en nuestro
país? ¿Somos más demócratas que Francia, Alemania o Italia por
consentir y minimizar estos hechos con argumentos de conveniencia,
templando gaitas y poniendo paños calientes?
No se puede llamar a la
cobardía cautela, a la claudicación apaciguamiento, a la dejación
astucia, moderación a la debilidad. No denunciar la deriva
antidemocrática y totalitaria del independentismo, no combatirlo con
todos los medios y renunciar a imponer y defender la ley es
convertirse en responsable y cómplice activo de la destrucción del
Estado y la democracia, causando un daño inmenso a todos los
españoles. No se puede banalizar ni el mal ni el daño que han
causado y están provocando los actuales responsables políticos con
su entreguismo y consentimiento. No se puede ser demócrata y
renunciar a defender la democracia, la libertad y la ley. Todo esto
no es normalidad ni prudencia política, sino miseria ideológica,
psicológica y moral.
Desde hace más de
treinta y cinco años, sobre todo cuando Pujol llegó al poder, hemos
ido asistiendo a una progresiva degradación del sentido de la
democracia (recuerden Banca Catalana) que ha ido penetrando en todos
los ámbitos hasta volver a muchos, ciegos e insensibles. El desarme
ideológico y psicológico se ha basado en la constante amenaza y
chantaje del victimismo, la segregación y la destrucción de los
opositores, las trampas lingüísticas, el doble lenguaje, la
falsificación de la historia, la intimidación emocional, la
manipulación de los sentimientos de pertenencia, la explotación de
los miedos y complejos de la clase política, la creación de
poderosas redes de corrupción, la compra de los medios de
comunicación, etc. Muchos españoles han interiorizado ya la
derrota, empezando por los partidos políticos hasta ahora
mayoritarios, pero también los otros poderes e instituciones del
Estado, incluida la monarquía. ¿Como es posible que el Rey, que es
el Jefe del Estado, haya soportado resignadamente los abucheos en el
final de la Copa que lleva su nombre, gritos, gestos y pitidos que
directamente insultan y ofenden a todos los españoles y también a
su persona y la institución que representa? ¿Qué consejeros tiene?
¿No está entre sus poderes y atribuciones constitucionales el no
consentir ni soportar semejante humillación y desprecio? ¿No podría
haber abandonado el estadio y dar así un ejemplo de dignidad,
mostrando que no es una figura meramente decorativa? ¿Habría
actuado así un Presidente de la República? Ha sido patética la
reacción de Pedro Sánchez llamándole para mostrarle su apoyo...
¿Pero qué patochada y qué cinismo es éste? ¿Que el Rey necesita
llamadas de apoyo y consuelo, pobrecito, cuando es incapaz, él, el
gobierno y la oposición, de defender e imponer la ley, ignorando el
sentimiento de agravio y ofensa de la mayoría de españoles,
incluida una mayoría de catalanes? ¿Con qué estúpida arrogancia
se puede despreciar este sentimiento de indignación generalizado y
justificado? ¿Tan poco importa este sentimiento y sí, en cambio, el
no provocar a los independentistas?
Es deplorable la reacción
de los políticos y los medios de comunicación, síntoma cegador de
la degeneración mental y psicológica a la que han llegado.
Libertad de expresión, repiten unos. Gamberrada, falta de respeto y
mala educación, cacarean otros. Triste, lamentable, declaran los más
duros. Y luego viene ese paripé de la Comisión contra la Violencia,
el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte, a la que le
sobra todo el nombre y le falta simplemente determinación, para
sacar un melifluo comunicado no se sabe si de condena o de disculpa.
Se repite lo del 9-N. Y Mas y los independentistas creciéndose y
culpando al Gobierno por provocar y amenazar... Hasta se atreven a
decir que “el Rey ha estado muy discreto y en su lugar, como le
toca”. Le marcan al Rey lo que le toca y no le toca, por si acaso.
¡Eso sí que es tocarle (y tocarnos) los cataplines!
Oigo a los expertos, los
prudentes, los irenistas, los arriolas: ¡No es para tanto! Si fuera
un suceso aislado, aceptaría la llamada a la contención. Pero este
acto forma parte de una cadena de hechos que refuerzan la impunidad y
el envalentonamiento con que actúa cada día, y con más descaro, el
independentismo. Se trata de un acto masivo de hostilidad, de
provocación, de insulto público, orquestado, jaleado y promovido
por instituciones públicas y organizaciones subvencionadas. Un acto
premeditado de agresión y desprecio, que contribuye a propagar el
odio y los enfrentamientos, y que aprovecha una competición
transmitida a millones de espectadores. Todo esto califica y amplía
el delito. Si abuchear a un futbolista negro es acto racista que
conlleva sanciones, ¿qué es un pitido masivo, estruendoso, seguido
de insultos y gestos contra los españoles, el Rey y el himno
nacional? Y esa gigantesca
pancarta con el lema Jota
ke irabazi arte (Dale duro hasta vencer),
la misma que han usado los terroristas de ETA, ¿qué pasa, que era
una llamada a la convivencia pacífica,
y por eso no se ha enterado esa rimbombante Comisión, a la que, por
cierto, acuden dos altos cargos policiales uniformados y llenos de
medallas? ¿Qué pintan ahí y qué defienden? ¡También aparecía
otro militar lleno de medallones detrás del Rey en el palco del
Barcelona!
A
Felipe VI empiezan a llamarle el Rey Prudente. A lo mejor tenemos que
recuperar aquello del Rey Pasmado o quizás Abducido. Todavía
me queman en la retina esas imágenes donde se le ve al volante
riéndose con Mas, su copiloto. ¿Metáfora de España? Claro, que no
podemos echarle a él una culpa que es de casi todos, incluidos
muchos ciudadanos. Una vez me comentó un ex-jefe de la Casa Real que
el propio Juan Carlos ya había asumido que un día u otro Cataluña
se independizaría. Es el que dijo aquello de “Tranquil, Jordi,
tranquil”. Si ya ha llegado el derrotismo y la interiorización del
fracaso de España como Estado democrático a la cúspide de tan alta
torre, no es de extrañar el sentimiento de indefensión de gran
número de ciudadanos. Yo, ante semejante futuro, me la jugaba con un
gesto de valentía. Si me pidiera su majestad consejo, yo le daría una hoja de
ruta que le llevaría, infaliblemente, o a la de derrota final, o al
asentamiento de una de verdadera democracia, no sólo en Cataluña,
sino en toda España. Cualquier cosa menos continuar templando gaitas
(gallegas) mientras otros soplan pitos.
miércoles, 3 de junio de 2015
LA REBELIÓN DE LAS ABEJAS
Los bomberos de Ponferrada han tenido que acudir a sofocar la invasión de una docena de colmenas urbanas. En Toledo otro enjambre atacó a una mujer por la calle. Las abejas han empezado a colonizar el medio urbano: se cuelan en los garajes, anidan como okupas en casas deshabitadas y crean colmenas dentro de los coches. En un medio tan hostil, las abejas se están volviendo más agresivas. Asistimos a un fenómeno socio-político nuevo: la rebelión de las abejas.
(FOTOS: FERNADO REDONDO)
Como socio-politólogo
darwinista me interesa analizar el caso, reflexionar y sacar alguna
conclusión. Primero: ¿por qué las abejas se empiezan a trasladar
de los dulces montes de brezo, tomillo y lavanda, o de los
embriagantes campos de almendros, cerezos y castaños, a los
contaminados suburbios, garajes, oficinas y urbanizaciones pijas? La
marea abejil recuerda a la invasión multicolor del 15-M. Son las
leyes de la sincronía cósmica.
Una explicación, la más
científica, dice así: las abejas buscan sobrevivir porque su medio
natural se ha convertido en un lugar inhóspito y asesino. Los suaves
montes y coloridos campos se han transformado en lugares de
exterminación masiva. Mueren las laboriosas abejas envenenadas por
los cientos de pesticidas que se agazapan en los estambres y
pistilos. Se montan investigaciones costosísimas para constatar lo
evidente: el efecto multiplicador de los plaguicidas (existen más de
300 autorizados). Las empresas que comercian con el veneno dicen que
no hay “pruebas concluyentes”. Estudian uno por uno los productos
criminales y comprueban que a determinadas dosis (las permitidas) no
causan un mal letal. La trampa es tan grosera que no acierta uno a
comprender cómo todavía algunos se la tragan.
Los efectos nocivos no
sólo se suman, sino que se multiplican y potencian, al juntarse un
plaguicida con un herbicida, un herbicida con un antibiótico, etc.
Las abejas, detectado el peligro, huyen hacia las ciudades. ¡Ya
tienen que estar desesperadas para buscar refugio en los jardines
municipales! Dicen que llegan incluso a hacerse adictas al chute
tóxico. Es la ley de la supervivencia en medio de la selva humana.
Ojalá surja una mutación, una especie nueva que detecte a los
corruptos, los avispados, los listillos, los hijosdeputa metidos a
políticos, banqueros, expertos financieros, petroquímicos,
farmicidas, monogranjeros y demás ralea pestífera.
Hoy es casi imposible
encontrar miel, polen o jalea real que no sea china, o sea, que no
sea un invento chino, puro engaño. Los apicultores leoneses deberían
iniciar una campaña, apoyada por la administración, para lograr
que, al menos en todos los hogares de León, hubiera siempre un tarro
de miel auténtica y ecológica, libre de pesticidas. Levantar una
industria de calidad que supiera explotar todos los productos
directos y derivados, tanto alimentarios como farmacéuticos y
cosméticos. Es una riqueza que no podemos despreciar. Por la
conservación de la flora silvestre, la polinización de viñedos,
castaños, cerezos y frutales, y por nuestra salud, deberíamos
impedir que las abejas se vean abocadas a la emigración urbana o a
la muerte. A la rebelión de las abejas debería seguir la de los
apicultores y la nuestra.
P.D. Por cierto, ¿alguno
de los partidos que se presentaron a las últimas elecciones llevaba
alguna propuesta concreta relacionada con este asunto, el de la
contaminación plaguicida y sus consecuencias en todos los “campos”?
¡Con la cantidad de chuminadas que algunos programas incluían!
http://www.lanuevacronica.com/la-rebelion-de-las-abejas
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